¿Puede mi bebé dormir con almohada?

Hay varias razones para posponer el momento en el cual los bebés deben utilizar almohadas para dormir. La primera es por las proporciones del cuerpo, ya que la cabeza es más grande y las almohadas pueden doblar sin intención el cuello, lo que resulta incómodo y riesgoso.

La respuesta corta es no, los recién nacidos y los bebés menores de un año no necesitan almohadas para dormir. De hecho, no se recomienda su uso por varios motivos:

• Riesgo de asfixia: los bebés con reflejos respiratorios inmaduros pueden girar la cabeza hacia un lado si se acuestan sobre una almohada, bloqueando las vías respiratorias.
• Posición incorrecta: las almohadas pueden hacer que los bebés adopten posiciones incorrectas para dormir, lo que aumenta el riesgo de síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL).
• Desarrollo de la cabeza: la cabeza de un bebé es proporcionalmente más grande que la de un adulto y el cuello no está completamente desarrollado. Las almohadas pueden ejercer presión sobre el cuello, dificultando la respiración.

Para el correcto desarrollo del cuello de los bebés, es importante mantenerlo firme mientras duerme, y las almohadas no brindan esa firmeza. Además, existen otros riesgos que te mencionamos a continuación:

• Riesgo de asfixia: como se mencionó anteriormente, las almohadas pueden bloquear las vías respiratorias del bebé, especialmente si el bebé gira durante el sueño. Las almohadas hacen que el cuello se curve naturalmente, haciendo que la columna del niño asuma una posición antinatural y excesivamente alta, afectando la columna en constante desarrollo.
• Mayor riesgo de SMSL (síndrome de muerte súbita del lactante): aunque se desconoce la causa exacta del SMSL, se sabe que dormir boca abajo o sobre una superficie blanda aumenta el riesgo. Las almohadas también aumentan el riesgo de asfixia, lo que puede provocar el síndrome de muerte súbita del lactante, más frecuente en niños menores de 12 meses. Hasta que tu bebé sepa darse vuelta, la cama no debe tener almohadas, peluches, mantas, ni cualquier otra cosa que cubra la cabeza.
• Desarrollo de la cabeza: la cabeza de los bebés es proporcionalmente más grande que la de los adultos, y su cuello aún no está completamente desarrollado. Una almohada puede ejercer presión sobre el cuello y dificultar la respiración. Las almohadas pueden bloquear la alineación natural de la espalda, impidiendo que el oxígeno entre correctamente a los pulmones y llegue al cerebro, provocando problemas respiratorios.

A partir de los 2 años, los hombros del niño se vuelven más anchos que su cabeza, y el bebé empieza a moverse por la cama de forma independiente. Por eso, ya no duerme solo boca arriba, sino que cambia de posición durante la noche. La mayoría de los pediatras recomiendan esperar hasta que su bebé tenga al menos 2 años para empezar a usar almohadas.

A esta edad, los bebés suelen tener un mejor control de la cabeza y el cuello, lo que puede reducir el riesgo de asfixia y de posiciones inadecuadas para dormir. No obstante, existen algunas excepciones:

• Plagiocefalia: si hay plagiocefalia (deformidad de la cabeza), el pediatra puede recomendar el uso de almohadas especiales bajo supervisión médica.
• Reflujo: en algunos casos de reflujo gastroesofágico, una ligera elevación de la cabeza puede ayudar a aliviar los síntomas. Sin embargo, esto siempre debe hacerse bajo la supervisión de un pediatra.

Si a tu bebé le gusta dormir de lado, su cabeza se inclinará un poco, lo que puede provocar tortícolis o dolor de cuello. Es adecuado empezar a usar almohadas..

Si tu pediatra te permite utilizar una almohada para tu bebé, es importante elegir una que se ajuste a su edad y necesidades. Algunas características a considerar son:

• Material: elige almohadas hipoalergénicas y transpirables, hechas de materiales naturales que permitan la respiración y la oxigenación, como el algodón o el bambú.
• Grosor: la almohada debe ser fina, de solo unos centímetros de alto.
• Forma: las almohadillas en forma de cuña pueden ser útiles para el reflujo, pero deben usarse bajo supervisión médica. Que no sea demasiado alta.

Además, la almohada debe adecuarse a la posición para dormir. Si los bebés prefieren dormir boca abajo, elige almohadas suaves y que no superen los diez centímetros de ancho. Para aquellos que duermen boca arriba, una almohada delgada que se acomode detrás del cuello es más adecuada. Si duermes de lado, opta por una almohada más gruesa para mantener la cabeza y la columna alineadas.

En definitiva, los bebés no necesitan almohadas durante los primeros meses de vida debido al desarrollo insuficiente del cuello y al riesgo de asfixia. Además, evita el uso de almohadas, peluches o mantas sueltas en la cuna. Asegúrate de que el colchón sea firme y que la cuna cumpla con los estándares de seguridad. Si tienes más dudas al respecto, consulta a su pediatra antes de realizar cualquier cambio en los hábitos de sueño de tu bebé. La seguridad de tu bebé debe ser siempre la mayor prioridad.

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