Mi bebé come con mucha ansia y vomita: por qué y qué hacer

Es normal que los bebés vomiten si comen con ansia. Lo más habitual es que se trate de una regurgitación y no de un episodio de vómito. Las regurgitaciones aparecen cuando el contenido del estómago regresa con facilidad, es decir, sin náuseas, ni otras incomodidades.

Es frecuente que esto ocurra sobre todo en los primeros 6 meses de vida en los minutos posteriores a la toma de leche y tienden a disminuir cuando el bebé ya tiene mejor control sobre su cabeza, puede sentarse y se empieza la alimentación complementaria. Sin embargo, en algunos casos es posible que perduren hasta los 12 meses.

Eso sí, es necesario valorar las características de este episodio y los síntomas con los que se acompaña para determinar si se trata de una regurgitación o de vómitos. En el vómito, el contenido gástrico suele expulsarse con fuerza y con contracciones musculares. Además, puede acompañarse de irritabilidad, llanto, malestar, fiebre, entre otras manifestaciones.

La causa principal por la que los bebés regurgitan los primeros meses se debe al reflujo gastroesofágico fisiológico. Ocurre porque el esfínter gastroesofágico, que se encuentra entre el esófago y estómago, está aún inmaduro, lo que impide que cumpla su función a cabalidad, que es evitar que la comida o leche que se encuentra en el estómago se regrese.

Por ello, cuando los bebés comen con ansias, suelen comer más rápido y más de lo que necesitan, lo que se conoce como sobrealimentación. Esto provoca que entre aire al estómago, junto con un exceso de comida, lo que aumenta la presión estomacal y provoca que el esfínter se abra y devuelva el contenido gástrico.

Ahora bien, existen otras causas por las que el bebé vomita luego de las tomas, veamos a detalle cada una de ellas:

• Enfermedad por reflujo gastroesofágico ERGE: cuando las regurgitaciones se acompañan de síntomas de cuidado como llantos, cólicos, arqueo de espalda, problemas de sueño e inapetencia. Esto provoca problemas de peso y síntomas respiratorios en el bebé.
• Alergia o intolerancia a la leche u otros alimentos: los síntomas de alergia a la leche aparecen inmediatamente luego de las tomas. Son variados, suele comenzar con enrojecimiento en la piel y urticaria. A nivel digestivo, pueden presentarse vómitos y diarreas. Dependiendo de la gravedad aparecen también problemas respiratorios y anafilaxia.
• Estenosis pilórica hipertrófica: ocurre cuando el músculo que rodea el esfínter pilórico (que conecta el estómago del intestino delgado) se engrosa. Esto bloquea parcialmente el paso de alimentos, por lo que son devueltos. En este caso, los vómitos son en proyectil, es decir, salen con fuerza y con mayor cantidad de leche. La estenosis pilórica es rara, solo afecta a 1% de los bebés.
• Infecciones: los vómitos pueden desencadenarse por infecciones virales y bacterianas. Es importante valorar si además de este síntoma aparecen otros como diarrea, llanto frecuente, malestar general, fiebre. En estos casos es importante acudir a una revisión pediátrica.

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Si tu bebé come con ansia y vomita, lo recomendable es evaluar si se está sobrealimentando. Esto es más habitual en bebés que se alimentan con biberón y menos frecuente en amamantados.

Si tu bebé come con mucha ansia y vomita, toma en cuenta estas recomendaciones a la hora de las tomas:

• Ofrece cantidades pequeñas: puedes ofrecer menos onzas de leche o comida, pero con mayor frecuencia durante el día.
• Haz pausa durante la toma: si notas que el bebé come con mucha ansia, retira el biberón a mitad de la toma. El método Kassing recomienda parar cada 20 succiones a aproximadamente. Si vuelve a buscar el biberón luego de esta pausa, entonces continúa ofreciendo, de lo contrario, termina la toma.
• Hazlo eructar: el aire que entra mientras el bebé toma leche con rapidez, ejerce presión en el estómago y favorece las regurgitaciones. Por ello, es necesario posicionarlo de manera vertical luego de la toma y dar suaves palmaditas en su espalda para hacer que lo expulse.
• No obligues al bebé a comer: si el bebé muestra signos de que está lleno, como por ejemplo rechazar el biberón o pecho o escupir la leche, lo recomendable es no forzarlo, así no lo haya tomado todo.
• No acuestes en la cuna al bebé luego de alimentarlo: lo ideal es mantenerlo en posición erguida por unos 30 minutos y luego acostarlo en su cuna boca arriba. Al acostarlo, busca que su cabeza este un poco más elevada que el tronco.

Si el bebé vomita, es necesario mantener una correcta hidratación, ofreciéndole leche materna o fórmula. Ante todo, acude al pediatra y evalúa los posibles síntomas de deshidratación.

Aunque suele ser un síntoma benigno, que el bebé regurgite luego de comer puede ser bastante incómodo. Estas son algunas de las formas de prevenirlo:

• Cumple con los horarios de alimentación de acuerdo a su edad: evita retrasar las tomas de leche. Esto hace que tenga hambre, coma con ansiedad y se produzca la regurgitación.
• Elige un biberón adecuado: Lo recomendable es elegir un tetero flujo lento en los primeros meses y luego ir cambiando la tetina en la medida que el bebé lo necesite.
• No muevas con vigor al bebé luego de comer: los movimientos bruscos pueden presionar el abdomen, favoreciendo la regurgitación.
• Evita la estimulación luego de alimentarlo: busca que el bebé este en un lugar tranquilo, sin ruido ni estímulos visuales durante la toma y luego de ser alimentado.

Si este síntoma se hace frecuente y se acompaña de otras manifestaciones de cuidado, acude al pediatra para que determine cual es la causa e indique el tratamiento adecuado.

Cuándo acudir al médico si mi bebé vomita por comer con mucha ansia

En el caso de que el bebé presente alguna de las siguientes manifestaciones será necesario acudir a una valoración pediátrica:

• Vómitos frecuentes y fuertes.
• Llora o se arquea al momento de alimentarlo.
• Vómitos acompañados de diarrea u otros síntomas como fiebre, lesiones en la piel, decaimiento.
• No parece ganar peso y se observa débil.

Es natural que cuando los bebés comen con ansia se alimenten de más y entren bocanadas de aire que provocarán una posterior regurgitación. Para prevenirlo, sigue las recomendaciones del pediatra en cuento a la cantidad de leche a ofrecer y la frecuencia de las tomas. Cumple además con los cuidados antes mencionados.

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