Clamidia en el embarazo: síntomas, causas y tratamiento

La clamidia es una infección que suele ser asintomática en al menos el 75% de los casos. No obstante, algunas mujeres pueden experimentar síntomas leves característicos de infecciones vaginales, entre estos:

• Secreción vaginal inusual. Puede tener un color amarillo y maloliente.
• Dolor y ardor al orinar.
• Dolor pélvico o abdominal.
• Relaciones sexuales dolorosas.
• Sangrado vaginal leve.
• Inflamación en el recto, si se practica sexo anal.
• Dolor de garganta si se practica sexo oral.

En caso de presentarlos es necesario acudir al especialista. El médico puede indicar un estudio de las secreciones vaginales para su detección. Cabe destacar que en la mayoría de los protocolos de seguimiento del embarazo, esta prueba se realiza a las gestantes durante la primera visita prenatal. Suele repetirse en el tercer trimestre en aquellas mujeres que tienen más riesgo de padecerla.

La clamidia es causada por una bacteria llamada Chlamydia trachomatis. Esta bacteria se transmite a través de relaciones sexuales sin protección (sin un método de barrera como el condón) con una persona infectada. Puede ocurrir durante el sexo vaginal, anal u oral.

Otra forma de contagio ocurre durante el parto, momento durante el cual la madre puede transmitir esta bacteria al bebé. La clamidia no tratada puede transmitirse incluso durante la cesárea, aunque con una menor incidencia. Existen algunos factores que aumentan el riesgo de padecer clamidia en el embarazo, entre estos:

• Practicar relaciones sexuales sin preservativo.
• Tener varias parejas sexuales.
• Tener una pareja con una infección de transmisión sexual.
• Haber tenido una infección de transmisión sexual con anterioridad o padecer alguna en la actualidad.

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Padecer clamidia en el embarazo incrementa el riesgo de algunas complicaciones, bien sea a lo largo de la gestación o después del nacimiento del bebé, entre estas:

• Parto prematuro: la clamidia puede provocar abortos espontáneos durante el primer trimestre y nacimientos antes de término. El parto prematuro suele estar relacionado con la Rotura Prematura de Membranas (RPM).
• Problemas fetales: como retardo en el crecimiento uterino y bajo peso al nacer.
• Infección del líquido amniótico: esta condición puede traer complicaciones durante el parto.
• Problemas neonatales: de infectarse, el bebé puede presentar infecciones graves a nivel pulmonar y ocular.
• Enfermedad inflamatoria pélvica (EIP) en la mujer: de no tratarse, la clamidia puede propagarse a las trompas de Falopio y al útero. Esto a su vez puede causar daños irreversibles en el aparato reproductor femenino provocando dolor pélvico crónico, infertilidad y embarazos ectópicos.

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Por fortuna, la clamidia puede tratarse con antibióticos que se consideran seguros durante el embarazo. El tratamiento se basa en la administración vía oral de azitromicina o de doxiclina. La doxiciclina, se indica 2 veces al día durante siete días. Por su parte, la azitromicina se indica en una dosis única. En la mayoría de los casos, solo es necesario un ciclo de tratamiento para la curación.

En caso de que la gestante sea alérgica a estos antibióticos, el médico puede recetar otros antibióticos como eritromicina, clindamicina o amoxicilina. Durante el tratamiento y hasta una semana después de completarlo, es recomendable la abstinencia sexual.

Para prevenir la reinfección, conviene que la pareja también reciba tratamiento para la clamidia. El especialista puede recomendar repetir la prueba de la clamidia un mes después de completar el tratamiento con antibióticos para asegurarse de que efectivamente la infección desapareció.

Como hemos explicado anteriormente, cuando la gestante da a luz y está infectada con clamidia, existe un alto riesgo de que el bebé entre en contacto con la bacteria en el canal del parto y se infecte. Esto puede favorecer la aparición de algunas condiciones en el recién nacido como:

• Conjuntivitis neonatal: durante los primeros días de nacido el bebé puede presentar síntomas oculares como ojos rojos, lagrimeo y secreciones purulentas. Si no se trata a tiempo, aumenta el riesgo de ceguera.
• Infección respiratoria grave: esta puede aparecer a partir de las 8 semanas del nacimiento. Se caracteriza por dificultad respiratoria, congestión nasal, tos. Requiere atención inmediata y tratamiento con antibióticos.

La clamidia en el embarazo es una infección fácil de tratar. La clave está acudir a los controles prenatales rutinarios y consultar con el médico si aparecen algunos de los síntomas que la caracterizan. Por otro lado, no se debe dejar a un lado la importancia de prevenir las infecciones de transmisión sexual. Tener solo una pareja sexual estable y utilizar condones de látex, puede ayudar a reducir las posibilidades de padecerla.

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